27 May
27May

Cuando planeaba el viaje durante el año previo a la escapada, una de las pautas era ser libre y acampar donde se diera la circunstancia. Esta premisa implicaba evitar hacerlo en los aledaños de los campings para evitar la vigilancia de los rangers. Pero aquellos que hayáis leído la entrada correspondiente a Cape Lookout sabréis que finalmente la mayoría de mis pernoctas ocurrieron en campings oficiales.

Con el planteamiento original, la premisa para el día dieciocho de aventura era no acercarme al camping de Jedediah Smith. Afortunadamente,  fue allí donde finalmente planté la tienda ese día. Meses después de regresar de Estados Unidos me encuentro escribiendo esta entrada y quiero subrayar las palabras que dije al entrar en aquel campamento: "no creo que encuentre otro lugar igual que este para dormir". No lo encontré.

Para entender mi admiración hay que saber primero lo que aconteció a lo largo del día, que amaneció para mí en el estado de Oregón y se despidió en California. Poco después de comenzar la jornada, el neumático delantero mostró un chichón que ya había aparecido en Sunset Bay de Cape Arago. La primera vez que ocurrió, cambié la cámara y el problema desapareció. Pero ahora era persistente después de intentar la misma estrategia. Posiblemente había golpeado un bordillo con la rueda y el neumático se había debilitado en la zona del golpe, así que era muy susceptible de reventar por ese lado. La única posibilidad era cambiar el neumático.

La población más al sur del estado de Oregón se llama Brookings. Según wikipedia tiene unos 6336 habitantes (o tenía en 2010). Uno de ellos es el propietario de la única tienda de bicicletas del pueblo, concretamente es el propietario más vago de cualquier tienda de bicicletas que he visitado. Me presenté en la puerta del establecimiento a las 10 de la mañana. El cartel del horario indicaba la apertura a las 11. A las 11:30, el señor se presentó en la tienda con la energía de un perezoso. Me invitó a pasar mientras empleaba varios minutos en encontrar el interruptor de la luz que seguro que se encontraba en el mismo sitio que todos los días. Le conté mi problema y se marchó a buscar varias cubiertas para la bicicleta. Debió de ir a buscarlas a millas de distancia según lo que tardó. Apareció con varias, algunas de las cuales no se ajustaban a las medidas que le había pedido. Escogí un Schwalbe Marathon Plus, casi irrompible neumático alemán. Entonces se desencadenó el puto infierno para mi amigo: tenía que averiguar el precio del producto. Creo que hizo como tres llamadas, se recorrió el local atestado de bicicletas y kayaks varias veces y conté hasta doce gotas de sudor derramadas sobre el pavimento. Finalmente, se aventuró a pedirme cincuenta dólares, que me pareció ligeramente caro pero yo solo quería arreglar la maldita rueda y ponerme a rodar.

Una vez fuera del laberinto del minotauro, recompuse mi bicicleta. Por supuesto era mucho más tarde que el resto de días, pero solo me esperaban 27 millas (unos 43 kilómetros) hasta Jedediah Smith Redwood State Park. Este parque está nombrado en honor a un pionero americano que realizó importantes exploraciones en los estados del oeste. Su muerte a manos indias le convirtió en "héroe" hasta el punto de prestar su nombre a uno de los lugares más maravillosos que visité.

Nada más entrar al camping, la sensación es brutal. No es el tamaño de los árboles, es la complejidad del lugar. Jedediah Smith State Park es el colmo de la entropía. Aquellas variaciones realizadas por el hombre eran las únicas que dotaban al lugar de cierta organización, mientras que lo natural era puro caos. Para culminar la belleza, por allí pasaban las aguas cristalinas del río Smith. Había un par de rangers repartiendo panfletos y mapas sobre el parque, me acerqué a uno de ellos y le dije: "¿cómo puedes trabajar en un lugar tan bonito? ¿Se cansa uno?". Y me contestó que no, que en todos los años que llevaba no había un día en que dejase de admirar al lugar. Le creí absolutamente, esa belleza grandiosa no puede llegar a ser demasiado nunca.

Solo permanecí allí una noche porque quería descansar un día extra en la siguiente parada, Elk Prairie, todavía en territorio  de secuoias Redwood. Paseé largo tiempo por los senderos habilitados a lo largo del bosque y al lado del río, tan perplejo como emocionado. Sucedió otro hecho destacable aquel día: perdí el bote de champú en la ducha, o mejor dicho lo dejé olvidado y alguien decidió que era buena idea quedárselo. Esto puede parecer una tontería, pero cuando estás viajando de la manera que yo lo hice, cualquier alteración es un escollo. Perder un elemento personal, de cocinar o de higiene, aunque sea fácilmente reemplazable en el siguiente supermercado es un gran trastorno. Este tipo de situaciones son las que te hacen ver que estás en una situación única. Tengo que añadir que el champú no era cualquier cosa, era un champú orgánico bastante caro, que olía a los limones que uno querría para hacerse un zumo. Un dolor perderlo.

Jedediah Smith campground era un lugar que debía haber evitado pero que finalmente visité. Las cosas muchas veces suceden de manera muy diferente a lo planeado. Hay que tener la mente abierta y aprovechar cada situación, esperada o no. Es el mejor consejo que puedo daros, junto a otro también muy valioso: no abandonéis vuestro bote de champú si lo amáis tanto como yo amaba al mío.





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